martes, 3 de abril de 2012

Pisando página.

Hacía buen tiempo, pese a ser pleno invierno. Suena cursi decir que sus enormes ojos azules iluminaban el día más que el sol, lo hacían. Llamémosle sol porque pudo calentar mis helados pies en aquella cama, el día más frío. Y pese a que desde el principio supe que no había final feliz, seguí intentándolo. Lo pasé bien, y me hizo sentir aún mejor, pero eran solo momentos, ahora son solo recuerdos. 
Sentía que tenía el poder de todo, menos de mí. Seguramente eso fue lo que le hizo permanecer aquí. 
Quiso hacerme creer que era un monstruo dentro de un cuerpo de dios griego que jugaba con los sentimientos de las personas. Tanto quiso mostrármelo que acabé viendo lo débil que pudo llegar a ser en algún momento determinado. Fue entonces cuando se asustó, ahora ya le conocía de verdad, era yo quien podía jugar con sus sentimientos. Lo he hecho, pero no me siento orgulloso de ello.
Ahora mis pies consiguen pisar suelo, y no están helados.
Lo único que deseo es que cada gota se lleve los recuerdos, los únicos que duelan, porque hoy llueve, y más que nunca.

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