viernes, 2 de noviembre de 2012

El origen del fuego.

Enséñame tus dientes, dime cuanto estas dispuesto a amar, porque cada vez que me agarres con rabia para no dejarme ir, cada vez que me arañes la espalda muy fuerte dejándote llevar en el asiento trasero del coche o en el colchón de esa habitación vacía, me sentiré vivo. Sabre que esto es lo que espero cuando la sangre recorra los poros de mi piel. Cuando te decidas a apretarme la mano hasta obstruirme las venas no tendré duda de que mi mayor obsesión sera estar a tu lado en cualquier momento. Si en algún momento necesitas morderme el labio inferior hasta querer arrancármelo, no lo dudes, porque puede ser que vuelva a respirar cuando me acabe de quedar sin aire en mis pulmones. 
Tu piel, mi cabeza y su estrecha relación basándose en la locura. 
Tu torso desnudo, motor de mi corazón.
Tus infinitas pestañas, la caricia mas delicada que puedo experimentar.
Tu forma de caminar infinita provocadora de mi sonrisa.
Tus manos, artífices de las mayores sensaciones que me llevan a rozar el mas fuerte de los infartos.
Y tus labios, sobre todo tus labios.
Recuerdalo siempre, no pierdas el tiempo en olvidarlo, a pesar de todas nuestras partes, de todo lo que nos une, de lo que nos separa, somos DOS.