Los cúmulos de recuerdos que te hacen reflexionar y darte cuenta de que el único momento en el que se vive es todo aquel en el que tus pies no tocan el suelo. Tu pulso se acelera más de lo normal si eres consciente de que en breves instantes serán dos presencias las que ocupen tu integridad. Tus hormonas montan su propia fiesta de la primavera mientras que tu cuerpo se sumerge en una botella de Jack Daniels. Tu respiración es constante, pero solo al ritmo que puedan marcar otros iris que no sean los tuyos.
Solo puedes tener el control cuando sabes diferenciar cuando se cae en las tentaciones o cuando las tentaciones nacen de una caída.
La tentación al final siempre va a dejarte un sabor a regaliz, el más amargo que puedas comprar en el kiosko.
La caída, con el tiempo, puede hacerte recordar un placentero sabor a helado del caramelo más dulce.
Eso sí, a las dos puedes echarlas en falta con diferente nivel de intensidad.
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